miércoles, 7 de marzo de 2012

Ética y estética de Pereza (II): "vamos a salir en el telediario"


Nunca segundas partes fueron buenas, pero toda la mitología, la ficción, los claroscuros y las veras de los anteriormente conocidos como Pereza da para que fluya mucha tinta. Si en el post anterior me centré en la banda y su trayectoria, en estas líneas quiero profundizar en las personas de Pereza, su presente y qué les puede deparar el futuro, aprovechando la emancipación de Rubén y Leiva como músicos.

Empezaremos por el más joven, que es el único que hasta la fecha ha osado publicar su disco de debut. No engañaré a nadie, yo soy más de Leiva, por cuestión de gustos y de afinidad musical. Pereza me empezó a gustar a medida que Lei se hacía más importante en la banda y se consolidaba la amistad del 10 con el Kid (apelativos cariñosos de Leiva y Quique González), referencia básica de este blog. De hecho, mi primera sensación de simpatía hacia Pereza la tuve la primera vez que vi a Quique en directo, hace ya seis años, cuando el Kid les invitó a cantar Hotel Los Ángeles. Esta amistad descubriría a Leiva nuevos horizontes musicales a la hora de escuchar e interpretar canciones y que les brindaría una serie de colaboraciones muy especiales para los dos y para los que nos contamos entre sus fans.


Leiva ha hecho un disco magnífico, que se ha currado como un auténtico obrero del rock: co-productor, autor/co-autor de los 13 temas, e intérprete de casi todos los instrumentos. Además se ha rodeado de una cuadrilla de banderilleros de lujo, entre los que destacan su hermano Juancho (de Sidecars), César Pop (del que luego hablaremos) a los teclados, Tuli (ex batería de Pereza) al saxo, y a los coros Sara Íñiguez y fugazmente en una canción Michelle Jenner. Vamos, que la cosa queda prácticamente en familia.
En Diciembre se nota a Leiva a sus anchas, con un sonido de rock and roll clásico que sigue la línea de Aviones, pero mucho más trabajado y depurado con un cuadro de vientos y más arreglos corales y de guitarra. Predominan los rocks compactos con riff y estribillo melódico y sin florituras (Nunca nadie, Eme, Las cuentas, Penaltis). Una de mis favoritas, 92, va camino de convertirse en una especie de himno generacional para los que nacimos el año de la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona. De momento se ha convertido en banda sonora de mi momento vital.


Hay hueco también para canciones más lentas y líricas como Aunque sea un rato, la colaboración de rigor con QG, Sudando la tristeza, la increíble Vis a vis, con una trabajada letra y el solo acompañamiento de una acústica y un cello, y un tema que sobresale por encima de todos los demás, el que ha dado nombre a este post: Telediario. Esta canción creció en el seno de Autopista, ese grupo que un día montaron Leiva, Quique, César Pop, Karlos Aráncegui y Fernando Macaya, básicamente para pasarlo bien. En un breve vídeo de presentación de la banda, perdido en la red desde hace cuatro o cinco años, se ve a los Autopista cantando a coro las estrofas finales de Teledario. Ese estribillo directo al centro del alma ("paren la vida, me quiero bajar"), ese interludio en que los slides de las Fender anticipan un desenlace épico y el éxtasis final con todos los instrumentos y voces sonando con el corazón mientras Leiva canta con todo lo que tiene dentro "vamos a salir en el telediario". Todo esto convierte esta en una canción única, la canción que a mi me hubiera gustado escribir.


Merece mención aparte el maestro César Pop, intérprete de teclados, pianos y acordeón a lo largo de todo Diciembre, destacando esa entrada magistral con el Hammond en Telediario. Pop lleva ya unos años siendo el teclista de Pereza, donde ha demostrado su calidad técnica e incluso ha llegado a firmar mano a mano con Leiva la letra de todo un himno para los fans como es Estrella Polar. Dentro de este nuevo rumbo que ha tomado Pereza, Pop ha sabido mover ficha también y adelantarse a sus jefes Rubén y Leiva en la publicación de un disco en solitario. La última vez que escribí sobre él (ver aquí) no me había hecho aún con su disco. Mis expectativas eran buenas, pero fueron más que superadas. Te llames como te llames es un disco magistral, indispensable, con el valor añadido de que no está disponible en las tiendas, solo en formato digital y, para frikis como el que escribe, en formato CD que se puede pedir por correo postal al mismo César, que deferentemente lo envía a tu casa por un módico precio y te lo agradece con una nota personalizada. Solo un auténtico grande, un enamorado de la música y un trabajador del rock and roll es capaz de hacerlo, y César Pop lo es.


Solo me dejo a Rubén Pozo Prats. Cabe preguntarse si recogerá el guante que Leiva le ha lanzado con maestría, ya que Diciembre ha demostrado que solateras tiene mucho que ofrecer. Pegatina, primer single de Lo que más, no me ha decepcionado (ni me ha entusiasmado), pero porque el concepto musical de Rubén y el de Leiva son distintos, dentro de los cánones del rock. Rubén opta en los últimos años por letras simples y melodías extremadamente pop para mi gusto, pero por suerte sigue teniendo esa vena gamberra del Rubén que escribió Horóscopo y Margot, lo cual yo le agradezco. A unas semanas para la publicación del disco se puede decir que el primer penalti lo ha marcado Leiva. No creo que sea justo convertir estas dos carreras en una competición, no se lo merece ninguno, y ojalá Rubén tenga tanto éxito como el que está cosechando su compañero en estas semanas que le lleva de ventaja.

Con esto pongo punto y aparte a este viaje al interior de Pereza, porque espero que el punto y final de Rubén y Leiva como músicos, tanto en solitario como mano a mano, sea dentro de mucho tiempo. La mejor banda española del siglo XXI se lo merece.

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Caímos en el incendio, el mismo verano los dos
La feria reúne a los viejos colegas del 92
El alma volcada en espejos, la piel en un revolcón
A veces solo silencios, a veces como un ciclón
Y el tiempo nos juntó para luego separarnos
¿Cómo decir que no? Vamos a matarnos

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