viernes, 23 de marzo de 2012

Guárdate, César, de los Idus de Marzo


Hace unos días fue 15 de marzo, día señalado en el calendario romano como los Idus. El autor de este blog, impulsivo él, cogió ese día la nueva película de George Clooney titulada así y, no satisfecho, la novela de Thornton Wilder titulada, cómo no, también los Idus de Marzo. Y en los Idus de marzo del año 44 a. C. está el origen de todo, cuando Julio César fue asesinado en el Senado de Roma, cumpliéndose todos los malos augurios que él había pretendido ignorar. Todavía sigo con el libro, que cultiva brillantemente el género epistolar con cartas entre las personas del entorno de César los últimos meses de su vida, analizando los recovecos y las sombras más oscuros y profundos de la personalidad de los personajes.

La película (crónica mejor en Posts desde el Subsuelo), escrita y dirigida por George Clooney, desgaja el interior de la campaña de primarias del partido demócrata norteamericano para mostrar los mimbres del poder, las cadenas de favores y las truculentas historias que rodean desde a los políticos de primera línea hasta a las becarias adolescentes. La película me sirvió para descubrir a ese gran actor que es Ryan Gosling, del que también me he enchufado estos días Drive (violentamente buena). Gosling interpreta al carismático asesor de campaña del candidato interpretado por el propio Clooney, y se ve envuelto en un lío de faldas en que está involucrado el candidato y la calenturienta becaria que interpreta Evan Rachel Wood.


Una grandísima película que en muchas de las escenas puramente políticas recuerda inevitablemente a El Ala Oeste de la Casa Blanca, la mejor serie sobre política que jamás se ha hecho, creada por el descomunal Aaron Sorkyn y protagonizada por Martin Sheen, Bradley Whitford, Rob Lowe y Allison Janney entre otros. El tratamiento humano de las negociaciones, el altísimo ritmo de las conversaciones y el talento brutal de los personajes son el denominador común de serie y película. Los conflictos humanos que se muestran en los Idus y en El Ala Oeste, que trascienden lo político para confrontar racionalismo y pasión, se resumen en una conversación entre el presidente Josiah Bartlett (Martin Sheen) y el candidato republicano a la presidencia después de que el presidente hubiera aniquilado secretamente al típico dictador de un país árabe, diálogo en que la asepsia del republicano ante la grave situación desata la ira del demócrata, que se posiciona como el líder implacable que debe ser. Bartlett revela el asesinato a su rival, respondiendo este “Crimen… Pues no sé.” El presidente de Estados Unidos se levanta del sillón del vestíbulo del teatro y le espeta “Ritchie, cuando dijiste eso de ‘crimen… pues no sé’ decidí que iba a joderte”. Sublime.
Así que, aprovechando que los Idus de Marzo ya se fueron, todos a leer, a ver series o al cine, que hay que aprovechar los buenos augurios. Y si no a escuchar el último de Springsteen… próximamente más.

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Hoy he visto un rey mordiendo la arena
Le llevaron preso en una limousine
Restos de stock, polvo de estrellas
Hasta que se abra el día por fin

lunes, 12 de marzo de 2012

This machine kills fascists


Leí hace poco en La Ruta Norteamericana sobre ese protomártir del folk americano que fue Woody Guthrie. La verdad es que sé más de él por las referencias de los grandes y por la cultura popular que por su propia música, ya que llego poco más allá del clásico This land is your land, Jesus Christ (letra alternativa de Jesse James, popularizada por Springsteen) y de una rareza filocomunista que me encontré un día sobre la batalla del Jarama, una radical oda de Guthrie a las Brigadas Internacionales, Jarama Valley (letra aquí).  Asignatura pendiente, ya que para entender mejor a Dylan hay que escuchar lo que escuchaba Dylan.
El artículo de Fernando Navarro habla de cómo más de cincuenta años después de su muerte Guthrie está más vivo que nunca. Su música genera mucho más dinero ahora que cuando deambulaba por las autopistas norteamericanas con su guitarra, entre la cirrosis y la sobredosis. Además parece que muchos artistas se están juntando ahora para rendirle homenaje con motivo del centenario de su nacimiento que se cumple este 2012.

La imagen de Guthrie empuñando su guitarra como un fusil en el que está rotulado “Esta máquina mata fascistas” se aparece en la mente de cualquiera que piense en los primeros años de Dylan, el cual acudió a la gran ciudad para poder visitar al maestro en un hospital de Nueva Jersey, pocos años antes de que este muriera. Scorsese recuerda esta escena en No Direction Home, probablemente el mejor documental musical que se ha hecho nunca. También hay una referencia a este legendario encuentro entre Bob y Woody en esa extraña película llamada I’m not there, que a mí me gusta por las geniales interpretaciones de Cate Blanchett y Heath Ledger en la piel de Dylan. Una de las historias que aparecen en la película, a caballo entre el surrealismo, el simbolismo y el documental, es la de un chaval de color que se hace llamarWoody Guthrie y que, como hizo Dylan, recorre el país en trenes y autostop para encontrarse con el Guthrie verdadero y tocar con él algunos temas.

Guthrie, que ya componía canciones en la época de la Gran Depresión era un tipo especialmente sensible a lo que pasaba a su alrededor y a los sufrimientos de la sociedad. Quizás no nos vendría mal otro Woody Guthrie en los tiempos que corren.
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As I went walking I saw a sign there
And on the sign there it said "no trespassing"
But on the other side it didn't say nothing
That side was made for you and me

This land is your land, this land is my land
From California to the New York Island
From the Redwood Forest to the Gulf Stream Waters
This land was made for you and me

viernes, 9 de marzo de 2012

Esto no es Hawai


Después de ver Los Descendientes es imposible sacarse Hawai de la cabeza. Es curioso cómo los paraísos tropicales del Pacífico pueden llegar a obsesionar tanto, pero es un hecho probado. La película genial, con una grandísima interpretación de George Clooney y una trama brillantemente construida alrededor de los demonios de Matt King, padre de familia sobrevenido, abogado reputado y heredero de una importante dinastía autóctona de  la isla de Oahu, lo cual le entromete en arduos litigios sobre herencias con sus primos, descendientes todos de cierta reina indígena. A esto se suma la envolvente localización del filme en las diferentes islas del archipiélago y una gran banda sonora con melodías locales de ukelele y ritmos polinésicos.

A propósito de la banda sonora, siguiendo la recomendación de un amigo llevo varios meses escuchando intermitentemente a Israel Kamakawiwo'ole, icono de la música hawaiana, fallecido a los 38 años cuando pesaba unos 340 kilos. Estaba totalmente convencido de que las veinte o veinticinco canciones que suenan en la película eran de este juerguista obeso, profesional del ukelele y de voz grave pero dulce, y me tragué los títulos de crédito enteros para comprobarlo. Al final ninguna era de Israel K., lo cual me permite afirmar que todos los juerguistas obesos hawaianos cantan exactamente igual. La música de este tipo es realmente hipnótica, con el suave acompañamiento del ukelele y una voz simpática, a veces en inglés, a veces en el dialecto maorí de Hawai, un auténtico teletransporte a las islas. Este interés que me ha venido suscitando toda esta música me llevó a comprarme un ukelele, probablemente el instrumento más feliz del mundo, fácil de dominar y agradable de oír. Llamadme rebelde.


Y cómo no, hablar de Hawai es hablar de Lost (O Perdidos, para los nuevos), rodada al completo en Oahu (sí, la isla de la que desciende el personaje de George Clooney). Los Descendientes ha enseñado al mundo que en Hawai también hay dramas familiares. Lost enseñó que una isla es capaz de representar los más terribles males de la existencia humana. Eso y que también hay osos polares en Hawai. Con todo, no sé si por el surf, los ukeleles o los cocoteros, Hawai sigue siendo una imagen de lo que puede ser la felicidad.

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I saw you in my dreams
we were walking hand in hand
on a white sandy beach of Hawaii


miércoles, 7 de marzo de 2012

Ética y estética de Pereza (II): "vamos a salir en el telediario"


Nunca segundas partes fueron buenas, pero toda la mitología, la ficción, los claroscuros y las veras de los anteriormente conocidos como Pereza da para que fluya mucha tinta. Si en el post anterior me centré en la banda y su trayectoria, en estas líneas quiero profundizar en las personas de Pereza, su presente y qué les puede deparar el futuro, aprovechando la emancipación de Rubén y Leiva como músicos.

Empezaremos por el más joven, que es el único que hasta la fecha ha osado publicar su disco de debut. No engañaré a nadie, yo soy más de Leiva, por cuestión de gustos y de afinidad musical. Pereza me empezó a gustar a medida que Lei se hacía más importante en la banda y se consolidaba la amistad del 10 con el Kid (apelativos cariñosos de Leiva y Quique González), referencia básica de este blog. De hecho, mi primera sensación de simpatía hacia Pereza la tuve la primera vez que vi a Quique en directo, hace ya seis años, cuando el Kid les invitó a cantar Hotel Los Ángeles. Esta amistad descubriría a Leiva nuevos horizontes musicales a la hora de escuchar e interpretar canciones y que les brindaría una serie de colaboraciones muy especiales para los dos y para los que nos contamos entre sus fans.


Leiva ha hecho un disco magnífico, que se ha currado como un auténtico obrero del rock: co-productor, autor/co-autor de los 13 temas, e intérprete de casi todos los instrumentos. Además se ha rodeado de una cuadrilla de banderilleros de lujo, entre los que destacan su hermano Juancho (de Sidecars), César Pop (del que luego hablaremos) a los teclados, Tuli (ex batería de Pereza) al saxo, y a los coros Sara Íñiguez y fugazmente en una canción Michelle Jenner. Vamos, que la cosa queda prácticamente en familia.
En Diciembre se nota a Leiva a sus anchas, con un sonido de rock and roll clásico que sigue la línea de Aviones, pero mucho más trabajado y depurado con un cuadro de vientos y más arreglos corales y de guitarra. Predominan los rocks compactos con riff y estribillo melódico y sin florituras (Nunca nadie, Eme, Las cuentas, Penaltis). Una de mis favoritas, 92, va camino de convertirse en una especie de himno generacional para los que nacimos el año de la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona. De momento se ha convertido en banda sonora de mi momento vital.


Hay hueco también para canciones más lentas y líricas como Aunque sea un rato, la colaboración de rigor con QG, Sudando la tristeza, la increíble Vis a vis, con una trabajada letra y el solo acompañamiento de una acústica y un cello, y un tema que sobresale por encima de todos los demás, el que ha dado nombre a este post: Telediario. Esta canción creció en el seno de Autopista, ese grupo que un día montaron Leiva, Quique, César Pop, Karlos Aráncegui y Fernando Macaya, básicamente para pasarlo bien. En un breve vídeo de presentación de la banda, perdido en la red desde hace cuatro o cinco años, se ve a los Autopista cantando a coro las estrofas finales de Teledario. Ese estribillo directo al centro del alma ("paren la vida, me quiero bajar"), ese interludio en que los slides de las Fender anticipan un desenlace épico y el éxtasis final con todos los instrumentos y voces sonando con el corazón mientras Leiva canta con todo lo que tiene dentro "vamos a salir en el telediario". Todo esto convierte esta en una canción única, la canción que a mi me hubiera gustado escribir.


Merece mención aparte el maestro César Pop, intérprete de teclados, pianos y acordeón a lo largo de todo Diciembre, destacando esa entrada magistral con el Hammond en Telediario. Pop lleva ya unos años siendo el teclista de Pereza, donde ha demostrado su calidad técnica e incluso ha llegado a firmar mano a mano con Leiva la letra de todo un himno para los fans como es Estrella Polar. Dentro de este nuevo rumbo que ha tomado Pereza, Pop ha sabido mover ficha también y adelantarse a sus jefes Rubén y Leiva en la publicación de un disco en solitario. La última vez que escribí sobre él (ver aquí) no me había hecho aún con su disco. Mis expectativas eran buenas, pero fueron más que superadas. Te llames como te llames es un disco magistral, indispensable, con el valor añadido de que no está disponible en las tiendas, solo en formato digital y, para frikis como el que escribe, en formato CD que se puede pedir por correo postal al mismo César, que deferentemente lo envía a tu casa por un módico precio y te lo agradece con una nota personalizada. Solo un auténtico grande, un enamorado de la música y un trabajador del rock and roll es capaz de hacerlo, y César Pop lo es.


Solo me dejo a Rubén Pozo Prats. Cabe preguntarse si recogerá el guante que Leiva le ha lanzado con maestría, ya que Diciembre ha demostrado que solateras tiene mucho que ofrecer. Pegatina, primer single de Lo que más, no me ha decepcionado (ni me ha entusiasmado), pero porque el concepto musical de Rubén y el de Leiva son distintos, dentro de los cánones del rock. Rubén opta en los últimos años por letras simples y melodías extremadamente pop para mi gusto, pero por suerte sigue teniendo esa vena gamberra del Rubén que escribió Horóscopo y Margot, lo cual yo le agradezco. A unas semanas para la publicación del disco se puede decir que el primer penalti lo ha marcado Leiva. No creo que sea justo convertir estas dos carreras en una competición, no se lo merece ninguno, y ojalá Rubén tenga tanto éxito como el que está cosechando su compañero en estas semanas que le lleva de ventaja.

Con esto pongo punto y aparte a este viaje al interior de Pereza, porque espero que el punto y final de Rubén y Leiva como músicos, tanto en solitario como mano a mano, sea dentro de mucho tiempo. La mejor banda española del siglo XXI se lo merece.

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Caímos en el incendio, el mismo verano los dos
La feria reúne a los viejos colegas del 92
El alma volcada en espejos, la piel en un revolcón
A veces solo silencios, a veces como un ciclón
Y el tiempo nos juntó para luego separarnos
¿Cómo decir que no? Vamos a matarnos

lunes, 5 de marzo de 2012

Ética y estética de Pereza (I): "traficante, rock and roll star"


Hoy quería escribir sobre una pareja de rockeros de los que no abundan en nuestro país. Dos músicos que siendo casi de última generación se adscriben perfectamente a la frase del maestro Sabina: "tan joven y tan viejo, like a rolling stone". Y es precisamente don Joaquín uno de los enamorados de esta banda, con la que contó en la grabación de su último disco. Y es que Sabina dijo una vez: "Me gusta Pereza porque es como me hubiera gustado ser a mi con veinte años".

El hecho es que Pereza está en los últimos tiempos en boca de muchos medios, pero no precisamente por su actividad como tal, sino por el despegue de sus dos miembros como músicos en solitario, algo a lo que en mi opinión estaban abocados desde hace tiempo, ya que son pocas las canciones que hayan compuesto al alimón y que cada uno ha ido desarrollando un estilo cada vez más personal, aunque bien es cierto que la voz de uno siempre contaba con la colaboración del otro a los coros o a las seis cuerdas. Fue a finales de febrero cuando llegó "Diciembre", álbum de debut en solitario de Miguel Conejo Torres, también conocido como Leiva, que hasta ahora había desplegado casi toda su carrera bajo la bandera de los Pereza y junto a su inseparable compañero Rubén Pozo Prats, cuyo disco "Lo que más" se espera para finales de este mes.
Mucha gente ha querido ver en la divergencia temporal de los Pereza el motivo de su posible separación. No es así, por suerte. De hecho hace pocas semanas estuvieron dando un bolo en la Caracol de Madrid con esa superbanda llamada Hot Legs que Rubén y Leiva tienen con Carlos Tarque. No se separan, después de esta etapa volverán a salir de gira y a tocar sus canciones juntos, seguro. Pero es cierto que quizás no vuelvan a ser los mismos, porque la evolución musical que han ido experimentando los dos a lo largo de los últimos años ha sacado a relucir las diferencias que tienen a la hora de escribir, de componer y de interpretar las canciones. Que no se me malinterprete, Rubén y Leiva se han compenetrado a la perfección desde el primer día, y han sabido aportar cada uno a las canciones que escribía el otro, como Lennon aportaba en las canciones de McCartney y viceversa. A donde quiero llegar es que, ahora que cada uno ha tenido su propio espacio de libertad y desenvolvimiento para hacer la música que cada uno siente, las características musicales y las influencias de cada uno se están exacerbando, como ya se ha podido ver en Diciembre y en el avance del disco de Rubén, el single Pegatina.


La evolución que ha seguido Pereza es compleja, ya que si bien era Leiva el principal protagonista de los últimos discos, hubo un día en que el peso de la mayor parte de la composición y de la simbólica pero importante interpretación vocal recaía sobre Rubén, que llevaba años de rodaje en los escenarios con Buenas Noches Rose. Eran los días de Horóscopo, Pompa de Jabón, Música Ligera y la mítica Pereza, que acabó dando nombre al grupo (por entonces trío, con Tuli, otro colega de la Alameda de Osuna). Y después de ese disco homónimo, genial carta de presentación, casi vintage ahora, vino Algo para cantar, momento en que Pereza dio un primer salto al mainstream y al gran público. Rubén era prácticamente el frontman de la banda, pero quiso el azar (o la llamada "industria de la música") que fueran dos temas de Leiva, aun novato, los que hicieron que Pereza apareciera en los 40 Principales y en las radios de este país, Pienso en aquella tarde y Si quieres bailamos.

Algo para cantar es un gran disco, donde Leiva se atreve con algo más de presencia y aporta buenos temas como los mencionados. Lástima que para mucha gente la primera imagen de Pereza fuera la colaboración con los estereotipos del pop moña español, David Summers y Dani Martín, en una versión de Pienso en aquella tarde que, al lado de la original, es casi una blasfemia. Un pequeño borrón en el historial que se puede comprender por la necesidad del músico de dar a conocer sus canciones, y que en cualquier caso el tiempo ha acabado por aclarar con las grandísimas colaboraciones con que han contado Rubén y Leiva. Por lo demás, en el disco hay grandes temas de la banda que con el tiempo han ido pasando más desapercibidos, como Manager o Tu Infierno, canciones que, especialmente la segunda, ojalá veamos otra vez interpretadas en directo.


Con Animales, tercer disco de la banda y el que supuso su irrupción definitiva en el panorama musical, Leiva se convierte por vez  primera en la imagen de la banda. Animales es un disco de rock gamberro con grandes melodías y una genial instrumentación y producción, aunque otra vez fue el tema mas pop el elegido para sonar en la onda, la (para mi gusto) terrible Princesas. En fin, cosas del oficio. Rubén solo firma tres de los doce temas del disco, entre ellas una de las más míticas canciones de la banda, Madrid, contrapunto melódico a los riffs macarras de Leiva como Niña de Papá o Animales. Oye, y no tan macarras, como Caramelo, Todo o la legendaria Como lo tienes tú. El broche de oro a Animales lo pone un disco de colaboraciones con gigantes como Bunbury, Iván Ferreiro, Deluxe, Quique González, Sidonie, Burning y otros, en un repaso a su breve discografía.


La línea de Animales se consolida en Aproximaciones, Leiva experimenta en ese interregno una madurez musical increíble, y firma algunos temas que nada tienen que ver con el Leiva de Princesas o Si quieres bailamos. Pereza, con su estilo propio, hace apología de Beatles y Stones, y eleva sus canciones a un plano más adulto en que las letras tienen más contenido y la música influencias más definidas. Y aunque digo Pereza, el gran responsable de esa consolidación es Leiva, más prolífico como autor que Rubén, y al que la compañía de otros grandes como Quique González y César Pop acaba calando a la hora de escribir, véanse Tristeza, Beatles, Huracán, Por mi tripa, etc. Rubén en Aproximaciones pasa algo más desapercibido, si bien firma temazos como Margot y Conjunto aporta también las grises Talibán y Dímelo. Un Rubén más de extremos que deja mucho más protagonismo a Leiva pero que es capaz de explotar con grandes canciones todavía.

Habiendo catado ya Diciembre, de Leiva, se ve que el último disco de Pereza hasta la fecha, Aviones, es una especie de preparación espiritual para lo que los fans nos hemos encontrado con el debut de Leiva. Las influencias de Leiva crecen más allá de Beatles-Stones hacia Dylan, Tom Petty, Roy Orbison (Travelling Willburys en definitiva). Windsor, Violento Amor, Lady Madrid, Leones, Champagne, son joyas de Leiva en formato semiacústico donde las letras cada vez tienen más poesía, y que eclipsan totalmente la actuación de Rubén en el disco. Lo mejor del más veterano de los Pereza es el mano a mano con su inevitable compañero Leiva en la mítica Llévame al baile. Aviones es un disco de coleccionista, salvo excepciones sus canciones suenan totalmente a 1975, y es donde un tío como Leiva, llamado a dejar su nombre muy alto en la canción rock de autor en España, eso sí, en solitario, presenta sus credenciales para pertenecer al club de los artistas que admira. En solitario porque con Pereza está claro que ya ha escrito con éxito una de las páginas más relucientes de la historia del rock en español, ya que en tiempos de dudas dentro del panorama musical nacional Rubén y Leiva han sido de los mayores defensores de eso que se conoce como rock n' roll.

Hasta aquí hemos visto los antecedentes de Pereza, los hitos que les han convertido en la banda más en forma del rock español, queda pendiente para estos días el presente y, sobre todo, el futuro de los de la Alameda, que seguro que nos depara muchos buenos ratos, como siempre han hecho.
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Con este tiempo cualquiera está
en el momento, en el lugar
siempre soñamos que vuelva a pasar, y yo 
que no ocurrra más.