sábado, 24 de diciembre de 2011

Santa Claus is coming to town

Aquí un villancico interpretado por el Jefe.
Feliz Navidad a todos!
_____________________________________
You better watch out
You better not cry
You better not pout
I'm telling you why
Santa Claus is coming to town

viernes, 23 de diciembre de 2011

2011, el rock sin rock


En Alta Fidelidad, Rob Fleming confiesa que su trabajo soñado habría sido ser periodista de la Rolling Stone entre el 76 y el 79, para conocer a los Clash, a los Pretenders y para ir a montones de conciertos. Por estas fechas navideñas, la revista publica sus listas de los mejores discos y canciones del año, tanto nacionales como internacionales. Si servidor, como Rob, hubiera sido periodista de la Rolling Stone habría tenido tiempo y medios para escuchar y criticar todos los discos publicados en este año funesto, pero como no lo soy tendré que limitarme a comentar lo poco que he podido escuchar. Leyendo la lista de los 20 mejores discos del año me di cuenta de que había 6 publicados por bandas de las que ni había oído hablar, y otros tantos de bandas que apenas conocía por su nombre. Del resto, predominan esos artistas que se hacen llamar independientes pero llenan La Riviera cinco noches seguidas. Ya va siendo hora de dejar de llamar independientes a esas bandas que, aparte de contar con la inestimable ayuda de Internet, tienen suculentos contratos con multinacionales y suenan en los 40 principales, pero siguen haciéndose llamar independientes, como si no les gustara vender discos ni tocar en salas grandes. El término independiente es ahora más un estilo, con ritmos a lo Blur, Strokes o Franz Ferdinand, pero no significa que el que lo interprete sea un muerto de hambre. Y con esto no digo que no me guste, como se verá debajo, es solo una cuestión terminológica. Pero estas bandas, si como algunas de ellas hacen un sonido clásico de rock y, además, llenan estadios, deberían perder el miedo a que les llamen estrellas de rock. De las 20 bandas de la lista, solo Extremoduro (por derecho), Marea (por analogía) y, a medias, Los Secretos (por pasado), serían capaces de reconocerse como bandas de rock. O quizás me equivoque, porque como he dicho antes apenas conozco a media lista.
Esto en el plano nacional, porque en el internacional me voy a tener que abstener de entrar en materia por total desconocimiento. Le tengo bastante manía a Foo Fighters, no he oído el nuevo de Arctic Monkeys, y en cuanto a Coldplay... pensé que tardarían más años en palmar, como palmaron U2. De los otros 17 discos de la lista solo me sonaba el del rancio de Noel Gallagher, que tampoco he oído.
La primera conclusión que he sacado es que, en este 2011, los grandes de siempre se han vendido, están viviendo de las rentas o, como Gary Moore, han pasado a mejor vida. Ya lo dijo Quique González, "nuestros ídolos estaban muertos o intentando volver a empezar".
De manera que me veo obligado a comentar lo que me ha parecido mejor (y peor) de este año en el suelo patrio. Vista la situación, las categorías son Discos, Canciones, Giras y Decepciones.

> Discos
1 · Cualquiera que haya echado un vistazo a las entradas anteriores de este blog sabrá que este año he descubierto una banda catalana que me ha sorprendido, Manel. El mejor disco español del año es, para mi gusto, 10 milles per veure una bona armadura. Es rock n' roll sin llegar a serlo realmente del todo, cantan en catalán y probablemente son del Barça, pero entonces ¿por qué Manel? Aquí la respuesta. Para no quedarme solo con mi favorito, two more for the road:
2 · El Fluido García, de Sidonie. Es psicodélico, suena a David Bowie, a T-Rex, a esas canciones en que los Beatles, colgados de LSD, se ponían a tocar el sitar con Ravi Shankar. Probablemente Sidonie haya encontrado su inspiración también en el LSD, y mientras siga saliéndoles así de bien, por mi que sigan haciéndolo. Sidonie, a pesar de ser minoritarios, es una banda que no renuncia a clasificarse como rockera, así que bravo por ellos.
3 · Y para acabar con los discos, aunque no he podido estudiármelo en profundidad, Material Defectuoso de Extremoduro no pinta nada mal. Le han cogido el gusto a las canciones de 8 minutos, sinfónicas y melódicas, y sin abandonar su estilo incorporan nuevos ritmos de otros estilos. Las letras, como siempre, bestiales e insuperables ("Deja que te diga nena que lo nuestro no es equitativo, todas las noches que estoy contigo tú eres quien come, yo soy comido" del Tango suicida).

> Canciones
En cuanto a temas concretos voy a hacer otro podio, y pido disculpas por repetir a dos de las bandas anteriores en este apartado, pero el material es el que hay:
1 · Puta vida, de Supersubmarina. Esta banda ha sido, junto a Manel, mi otro gran descubrimiento de este año. Son la banda joven, enérgica y guitarrera que necesitaba el rock español, indies, sí, pero ni tan moñas como Vetusta Morla ni tan electrónicos como Love of Lesbian. Esta canción es del EP que han publicado este año, Realimentación, donde también aparece otro tema que podría estar en esta lista, Kevin McAlister.
2 · El aullido, de Sidonie. Nunca pensé que una canción tan electrónica y con tantos sintetizadores llegara a gustarme tanto, pero El Aullido es sencillamente espectacular. Reitero la influencia del LSD en el último disco de Sidonie.
3 · Benvolgut, de Manel. Es una canción surrealista, aunque no tanto como las de Sidonie. Rápida y melódica, con una genial instrumentación. El vídeo, también surrealista.

> Giras
En esta campo gana el de siempre. Quique González, en su tour interminable, ha encadenado este año dos de las mejores giras que se le recuerdan. Por un lado, el final de la gira del Daiquiri Blues, con final apoteósico en las tres noches seguidas que llenó en el Florida Park de Madrid. Por otro, la gira Desbandados, acústica y con la sola compañía de Jacob al contrabajo. Porque este año no ha sacado disco, que si no este post iba a ser monotemático.
He ido a otros buenos conciertos este año, como el que regaló Loquillo en la Elipa, que volviendo a sus orígenes de barrio tocó en unas fiestas de barrio y se sintió más como siempre que nunca. Manel son impecables en directo y Ariel Rot me decepcionó mucho sin su guitarra eléctrica.
Mención especial para el primer y, hasta la fecha, último concierto de Plan Sónico en la Sala Level, con un repertorio propio de pop-rock potente y versiones de clásicos del rock en español y en inglés. Hasta aquí la autopromoción.

> Decepciones
Mi principal decepción ha sido la ausencia de grandes discos de los grandes artistas de siempre este año, pero les concederemos el beneficio de la duda y esperaremos que lo nuevo de Springsteen sea tan bueno como siempre.
Es cierto que no me esperaba mucho del último disco de Loquillo, Su nombre era el de todas las mujeres, con poemas de Luis Alberto de Cuenca, pero no que me aburriera tanto. A Loquillo se le perdona, siempre sabe volver, como los grandes.
En mi hambre mando yo, el último disco de Marea, no se puede decir que sea malo, pero es una continuación vacía del estilo de los anteriores. Con riffs y letras idénticas a sus otros discos, aquí ni siquiera cuentan con canciones que en Las aceras están llenas de piojos rompían con la tentación de la monotonía (Aceitunero, Petenera, Los mismos clavos, etc.). Los mismos recursos guitarreros de siempre y las mismas letras sobre poligoneros, putas y gitanos. Como sigan así no necesitaremos ni comprarnos los próximos discos, presumiblemente tratarán sobre jornaleros, telarañas y tractores verdes. Tienen una oportunidad de redimirse el día 30 en el Palacio de los Deportes. Allí estaremos.

En fin, acaba así este 2011, donde parece que la crisis ha trascendido hasta a la música, y los buenos grupos de siempre están desaparecidos mientras solo unos pocos intentan mantener izado el pabellón. Viene ahora un año para que el rock vuelva a encontrarse a sí mismo. Discos y giras de Springsteen, Serrat-Sabina, Rubén Pozo, Leiva, ¿Quique González? ¿Rolling Stones? Los grandes siempre dosifican, pero siempre vuelven.

PS: espero volver estos días por Billete de Vuelta para hablar algo más de este año que termina, pues no todo en el mundo es música. En cualquier caso, feliz Navidad al lector esporádico de estas líneas. Y gracias.
_______________________________________________
Hip! Hip! Por los buenos tiempos
Hurra! Por lo que vendrá
Nuestros ídolos estaban muertos
O intentando volver a empezar

martes, 13 de diciembre de 2011

Barcelona, ciudad y prodigios

Hay una cosa que no se perdona el autor de este blog, madrileño circunstancial de raíces andaluzas, y es no haber estado nunca en Barcelona. Y es Barcelona ciudad de abolengo, ciudad eterna y mágica, capaz de atraer a quien nunca ha estado allí con su embrujo eterno. Esta atracción, esta fuerza gravitatoria la ejerce la ciudad a través de quien se atreve a cantarla, a pintarla, a escribirla, a dejar de amarla en secreto para mostrar al mundo sus brillos y, también, sus sombras. Desde luego conmigo lo ha conseguido.

Podría escribir durante durante días sobre el tremendo influjo de canciones y versos que me han transportado a Barcelona en los últimos tiempos (ya hice una pequeña aproximación hace no mucho), pero hay un libro que resume en sus páginas todo este cúmulo de manifestaciones literarias, musicales, etc. Se trata de La Ciudad de los Prodigios, de Eduardo Mendoza. Barcelona es su protagonista última, aunque sus momentos de grandeza y de penuria vienen reflejados en la persona de Onofre Bouvila, el campesino que de repartir panfletos anarquistas en el recinto de la Esposición Universal pasó a coronarse como rey de los bajos fondos, y más tarde a engarzar su corona con los diamantes del éxito durante su carrera hacia el total dominio político, económico y social de la ciudad. La novela transcurre entre las dos Exposiciones Universales que ha tenido Barcelona, en 1888 y 1929, años durante los cuales la ciudad fue capaz de reinventarse innumerables veces en sus ansias de progreso. La ciudad vieja de antes del primero de los dos certámenes, con sus calles antiguas donde comerciaban pescadores, panaderos y plateros, de donde salían hacia América jóvenes e ilusos padres de destino incierto, comienza a experimentar los pálpitos de la revolución, y los edificios crecen, a lo alto y a lo ancho, por toda la ciudad, que poco a poco se enseñorea de los pueblos entre el Besòs y el Llobregat. Gentes de todas partes llegan a las fábricas de Barcelona, cuyos despachos ocupan los nuevos burgueses que, con la puesta de sol, se visten de gala para ir al Liceo y escuchar ópera, como harían las mejores familias de París y Londres, pensaban ellos. Los anhelos, esperanzas y tropiezos de Bouvila son imagen del camino tortuoso que sigue Barcelona hacia su porvenir, a veces luminoso, a veces gris como una tempestad. Con todo, después de los mayores fracasos, Barcelona siempre busca la esperanza en el horizonte, y ese el el mayor de los prodigios de la ciudad.
Ahora me he lanzado a por otra novela barcelonesa, Mariona Rebull, de Ignacio Agustí, porque Barcelona atrapa sin remedio. Atrapa de una manera que describe de una manera genial mi amigo Juan López Fernández-Sordo en su blog Una chaqueta azul y una corbata a juego. Todo el blog es magnífico, poesía, y lo recomiendo vivamente al ocasional lector de estas líneas, pero quiero destacar las palabras que le dedicó a la ciudad de los prodigios, en la que vive. El sugerente nombre de la entrada es Me he enamorado de ti, y dice así:

Lo reconozco, no pensé que me llegara a pasar, pero me gustas. Me gustan tus andares, tus paseos. Me encanta como pasas tu mano por mi pelo. Disfruto viéndote bostezar cuando te despiertas temprano, a mi lado. Me derrito por tus besos en las esquinas. Lo que más me gusta es mirar mientras te bañas en el mar. ¡Y cómo te arreglas cada mañana! Cuando rompe el amanecer, te peinas, te pintas.
¿Por qué? Me gustas porque eres presumida, por tu postura orgullosa cuando la noche nos descubre a solas. Eres coqueta, te gusta que te miren, que te admiren. Me gusta como hueles, esa mezcla de brisa marina con flores recién cortadas en primavera. Me hechizan tus palabras, me embruja tu sonrisa. Y tu inocencia, y tus susurros dichos suavemente al oído. Me gustas.
Tus ojos; tu mirada, quebrada, rota como el alma de los desolados. Tu voz, grave, suave, eterna, silenciosa. Tus carcajadas, tu gente amable, envidiable, su idioma, tu familia.
Eres famosa, eres guapa, eres bella. Tienes rasgos europeos, espíritu africano, y una enorme personalidad. Hermosa, preciosa. ¿Te encuentro algún defecto? Probable. Pero, ¿y qué si no eres perfecta? Adoro tus faltas, tus errores, son tuyos.
Mi amante secreta, mi amor prohibido. La reina de las noches en vela, el eterno gusto del placer por fin vivido. Eres niña, niña añeja, que sabe a experiencia, pero que aún eres crédula. Tienes mi misma edad, pero la madurez de una octogenaria.
Aristócrata, de buena cuna, de familia bien. Pero eres humana, sencilla, humilde. Me gustas, porque eres de ciudad, cosmopolita, casi capital; pero de sangre rústica, de vida rural, de aire de pueblo. Me gustas, no lo puedo negar, ni evitar. Me he enamorado de ti, Barcelona.
Creo que no se puede expresar mejor. 
Me gusta terminar las entradas de este blog con canciones. Gracias a esta sé, sin haber estado nunca allí, que el sitio desde donde más me gusta ver Barcelona es sentado en algún banco del Tibidabo, donde cuenta la tradición que Jesucristo contempló todos los reinos del mundo, con el mar tranquilo detrás de la ciudad, perdiéndose en el horizonte, y el sol poniéndose por la montaña.

___________________________________
Y ahora estoy aquí sentado
en un viejo Cadillac, segunda mano,
junto al Mervellé y a mis pies mi ciudad.
Y hace un momento que me ha dejado
aquí en la ladera del Tibidabo
la última rubia que vino a probar el asiento de atrás...
Y al irse la rubia me he sentido extraño, 
me he quedado solo, fumando un cigarro,
quizás he pensado, nostalgia de ti.
Y desde esta curva donde estoy parado
me he sorprendido mirando a tu barrio,
y me han atrapado luces de ciudad.