sábado, 24 de diciembre de 2011

Santa Claus is coming to town

Aquí un villancico interpretado por el Jefe.
Feliz Navidad a todos!
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You better watch out
You better not cry
You better not pout
I'm telling you why
Santa Claus is coming to town

viernes, 23 de diciembre de 2011

2011, el rock sin rock


En Alta Fidelidad, Rob Fleming confiesa que su trabajo soñado habría sido ser periodista de la Rolling Stone entre el 76 y el 79, para conocer a los Clash, a los Pretenders y para ir a montones de conciertos. Por estas fechas navideñas, la revista publica sus listas de los mejores discos y canciones del año, tanto nacionales como internacionales. Si servidor, como Rob, hubiera sido periodista de la Rolling Stone habría tenido tiempo y medios para escuchar y criticar todos los discos publicados en este año funesto, pero como no lo soy tendré que limitarme a comentar lo poco que he podido escuchar. Leyendo la lista de los 20 mejores discos del año me di cuenta de que había 6 publicados por bandas de las que ni había oído hablar, y otros tantos de bandas que apenas conocía por su nombre. Del resto, predominan esos artistas que se hacen llamar independientes pero llenan La Riviera cinco noches seguidas. Ya va siendo hora de dejar de llamar independientes a esas bandas que, aparte de contar con la inestimable ayuda de Internet, tienen suculentos contratos con multinacionales y suenan en los 40 principales, pero siguen haciéndose llamar independientes, como si no les gustara vender discos ni tocar en salas grandes. El término independiente es ahora más un estilo, con ritmos a lo Blur, Strokes o Franz Ferdinand, pero no significa que el que lo interprete sea un muerto de hambre. Y con esto no digo que no me guste, como se verá debajo, es solo una cuestión terminológica. Pero estas bandas, si como algunas de ellas hacen un sonido clásico de rock y, además, llenan estadios, deberían perder el miedo a que les llamen estrellas de rock. De las 20 bandas de la lista, solo Extremoduro (por derecho), Marea (por analogía) y, a medias, Los Secretos (por pasado), serían capaces de reconocerse como bandas de rock. O quizás me equivoque, porque como he dicho antes apenas conozco a media lista.
Esto en el plano nacional, porque en el internacional me voy a tener que abstener de entrar en materia por total desconocimiento. Le tengo bastante manía a Foo Fighters, no he oído el nuevo de Arctic Monkeys, y en cuanto a Coldplay... pensé que tardarían más años en palmar, como palmaron U2. De los otros 17 discos de la lista solo me sonaba el del rancio de Noel Gallagher, que tampoco he oído.
La primera conclusión que he sacado es que, en este 2011, los grandes de siempre se han vendido, están viviendo de las rentas o, como Gary Moore, han pasado a mejor vida. Ya lo dijo Quique González, "nuestros ídolos estaban muertos o intentando volver a empezar".
De manera que me veo obligado a comentar lo que me ha parecido mejor (y peor) de este año en el suelo patrio. Vista la situación, las categorías son Discos, Canciones, Giras y Decepciones.

> Discos
1 · Cualquiera que haya echado un vistazo a las entradas anteriores de este blog sabrá que este año he descubierto una banda catalana que me ha sorprendido, Manel. El mejor disco español del año es, para mi gusto, 10 milles per veure una bona armadura. Es rock n' roll sin llegar a serlo realmente del todo, cantan en catalán y probablemente son del Barça, pero entonces ¿por qué Manel? Aquí la respuesta. Para no quedarme solo con mi favorito, two more for the road:
2 · El Fluido García, de Sidonie. Es psicodélico, suena a David Bowie, a T-Rex, a esas canciones en que los Beatles, colgados de LSD, se ponían a tocar el sitar con Ravi Shankar. Probablemente Sidonie haya encontrado su inspiración también en el LSD, y mientras siga saliéndoles así de bien, por mi que sigan haciéndolo. Sidonie, a pesar de ser minoritarios, es una banda que no renuncia a clasificarse como rockera, así que bravo por ellos.
3 · Y para acabar con los discos, aunque no he podido estudiármelo en profundidad, Material Defectuoso de Extremoduro no pinta nada mal. Le han cogido el gusto a las canciones de 8 minutos, sinfónicas y melódicas, y sin abandonar su estilo incorporan nuevos ritmos de otros estilos. Las letras, como siempre, bestiales e insuperables ("Deja que te diga nena que lo nuestro no es equitativo, todas las noches que estoy contigo tú eres quien come, yo soy comido" del Tango suicida).

> Canciones
En cuanto a temas concretos voy a hacer otro podio, y pido disculpas por repetir a dos de las bandas anteriores en este apartado, pero el material es el que hay:
1 · Puta vida, de Supersubmarina. Esta banda ha sido, junto a Manel, mi otro gran descubrimiento de este año. Son la banda joven, enérgica y guitarrera que necesitaba el rock español, indies, sí, pero ni tan moñas como Vetusta Morla ni tan electrónicos como Love of Lesbian. Esta canción es del EP que han publicado este año, Realimentación, donde también aparece otro tema que podría estar en esta lista, Kevin McAlister.
2 · El aullido, de Sidonie. Nunca pensé que una canción tan electrónica y con tantos sintetizadores llegara a gustarme tanto, pero El Aullido es sencillamente espectacular. Reitero la influencia del LSD en el último disco de Sidonie.
3 · Benvolgut, de Manel. Es una canción surrealista, aunque no tanto como las de Sidonie. Rápida y melódica, con una genial instrumentación. El vídeo, también surrealista.

> Giras
En esta campo gana el de siempre. Quique González, en su tour interminable, ha encadenado este año dos de las mejores giras que se le recuerdan. Por un lado, el final de la gira del Daiquiri Blues, con final apoteósico en las tres noches seguidas que llenó en el Florida Park de Madrid. Por otro, la gira Desbandados, acústica y con la sola compañía de Jacob al contrabajo. Porque este año no ha sacado disco, que si no este post iba a ser monotemático.
He ido a otros buenos conciertos este año, como el que regaló Loquillo en la Elipa, que volviendo a sus orígenes de barrio tocó en unas fiestas de barrio y se sintió más como siempre que nunca. Manel son impecables en directo y Ariel Rot me decepcionó mucho sin su guitarra eléctrica.
Mención especial para el primer y, hasta la fecha, último concierto de Plan Sónico en la Sala Level, con un repertorio propio de pop-rock potente y versiones de clásicos del rock en español y en inglés. Hasta aquí la autopromoción.

> Decepciones
Mi principal decepción ha sido la ausencia de grandes discos de los grandes artistas de siempre este año, pero les concederemos el beneficio de la duda y esperaremos que lo nuevo de Springsteen sea tan bueno como siempre.
Es cierto que no me esperaba mucho del último disco de Loquillo, Su nombre era el de todas las mujeres, con poemas de Luis Alberto de Cuenca, pero no que me aburriera tanto. A Loquillo se le perdona, siempre sabe volver, como los grandes.
En mi hambre mando yo, el último disco de Marea, no se puede decir que sea malo, pero es una continuación vacía del estilo de los anteriores. Con riffs y letras idénticas a sus otros discos, aquí ni siquiera cuentan con canciones que en Las aceras están llenas de piojos rompían con la tentación de la monotonía (Aceitunero, Petenera, Los mismos clavos, etc.). Los mismos recursos guitarreros de siempre y las mismas letras sobre poligoneros, putas y gitanos. Como sigan así no necesitaremos ni comprarnos los próximos discos, presumiblemente tratarán sobre jornaleros, telarañas y tractores verdes. Tienen una oportunidad de redimirse el día 30 en el Palacio de los Deportes. Allí estaremos.

En fin, acaba así este 2011, donde parece que la crisis ha trascendido hasta a la música, y los buenos grupos de siempre están desaparecidos mientras solo unos pocos intentan mantener izado el pabellón. Viene ahora un año para que el rock vuelva a encontrarse a sí mismo. Discos y giras de Springsteen, Serrat-Sabina, Rubén Pozo, Leiva, ¿Quique González? ¿Rolling Stones? Los grandes siempre dosifican, pero siempre vuelven.

PS: espero volver estos días por Billete de Vuelta para hablar algo más de este año que termina, pues no todo en el mundo es música. En cualquier caso, feliz Navidad al lector esporádico de estas líneas. Y gracias.
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Hip! Hip! Por los buenos tiempos
Hurra! Por lo que vendrá
Nuestros ídolos estaban muertos
O intentando volver a empezar

martes, 13 de diciembre de 2011

Barcelona, ciudad y prodigios

Hay una cosa que no se perdona el autor de este blog, madrileño circunstancial de raíces andaluzas, y es no haber estado nunca en Barcelona. Y es Barcelona ciudad de abolengo, ciudad eterna y mágica, capaz de atraer a quien nunca ha estado allí con su embrujo eterno. Esta atracción, esta fuerza gravitatoria la ejerce la ciudad a través de quien se atreve a cantarla, a pintarla, a escribirla, a dejar de amarla en secreto para mostrar al mundo sus brillos y, también, sus sombras. Desde luego conmigo lo ha conseguido.

Podría escribir durante durante días sobre el tremendo influjo de canciones y versos que me han transportado a Barcelona en los últimos tiempos (ya hice una pequeña aproximación hace no mucho), pero hay un libro que resume en sus páginas todo este cúmulo de manifestaciones literarias, musicales, etc. Se trata de La Ciudad de los Prodigios, de Eduardo Mendoza. Barcelona es su protagonista última, aunque sus momentos de grandeza y de penuria vienen reflejados en la persona de Onofre Bouvila, el campesino que de repartir panfletos anarquistas en el recinto de la Esposición Universal pasó a coronarse como rey de los bajos fondos, y más tarde a engarzar su corona con los diamantes del éxito durante su carrera hacia el total dominio político, económico y social de la ciudad. La novela transcurre entre las dos Exposiciones Universales que ha tenido Barcelona, en 1888 y 1929, años durante los cuales la ciudad fue capaz de reinventarse innumerables veces en sus ansias de progreso. La ciudad vieja de antes del primero de los dos certámenes, con sus calles antiguas donde comerciaban pescadores, panaderos y plateros, de donde salían hacia América jóvenes e ilusos padres de destino incierto, comienza a experimentar los pálpitos de la revolución, y los edificios crecen, a lo alto y a lo ancho, por toda la ciudad, que poco a poco se enseñorea de los pueblos entre el Besòs y el Llobregat. Gentes de todas partes llegan a las fábricas de Barcelona, cuyos despachos ocupan los nuevos burgueses que, con la puesta de sol, se visten de gala para ir al Liceo y escuchar ópera, como harían las mejores familias de París y Londres, pensaban ellos. Los anhelos, esperanzas y tropiezos de Bouvila son imagen del camino tortuoso que sigue Barcelona hacia su porvenir, a veces luminoso, a veces gris como una tempestad. Con todo, después de los mayores fracasos, Barcelona siempre busca la esperanza en el horizonte, y ese el el mayor de los prodigios de la ciudad.
Ahora me he lanzado a por otra novela barcelonesa, Mariona Rebull, de Ignacio Agustí, porque Barcelona atrapa sin remedio. Atrapa de una manera que describe de una manera genial mi amigo Juan López Fernández-Sordo en su blog Una chaqueta azul y una corbata a juego. Todo el blog es magnífico, poesía, y lo recomiendo vivamente al ocasional lector de estas líneas, pero quiero destacar las palabras que le dedicó a la ciudad de los prodigios, en la que vive. El sugerente nombre de la entrada es Me he enamorado de ti, y dice así:

Lo reconozco, no pensé que me llegara a pasar, pero me gustas. Me gustan tus andares, tus paseos. Me encanta como pasas tu mano por mi pelo. Disfruto viéndote bostezar cuando te despiertas temprano, a mi lado. Me derrito por tus besos en las esquinas. Lo que más me gusta es mirar mientras te bañas en el mar. ¡Y cómo te arreglas cada mañana! Cuando rompe el amanecer, te peinas, te pintas.
¿Por qué? Me gustas porque eres presumida, por tu postura orgullosa cuando la noche nos descubre a solas. Eres coqueta, te gusta que te miren, que te admiren. Me gusta como hueles, esa mezcla de brisa marina con flores recién cortadas en primavera. Me hechizan tus palabras, me embruja tu sonrisa. Y tu inocencia, y tus susurros dichos suavemente al oído. Me gustas.
Tus ojos; tu mirada, quebrada, rota como el alma de los desolados. Tu voz, grave, suave, eterna, silenciosa. Tus carcajadas, tu gente amable, envidiable, su idioma, tu familia.
Eres famosa, eres guapa, eres bella. Tienes rasgos europeos, espíritu africano, y una enorme personalidad. Hermosa, preciosa. ¿Te encuentro algún defecto? Probable. Pero, ¿y qué si no eres perfecta? Adoro tus faltas, tus errores, son tuyos.
Mi amante secreta, mi amor prohibido. La reina de las noches en vela, el eterno gusto del placer por fin vivido. Eres niña, niña añeja, que sabe a experiencia, pero que aún eres crédula. Tienes mi misma edad, pero la madurez de una octogenaria.
Aristócrata, de buena cuna, de familia bien. Pero eres humana, sencilla, humilde. Me gustas, porque eres de ciudad, cosmopolita, casi capital; pero de sangre rústica, de vida rural, de aire de pueblo. Me gustas, no lo puedo negar, ni evitar. Me he enamorado de ti, Barcelona.
Creo que no se puede expresar mejor. 
Me gusta terminar las entradas de este blog con canciones. Gracias a esta sé, sin haber estado nunca allí, que el sitio desde donde más me gusta ver Barcelona es sentado en algún banco del Tibidabo, donde cuenta la tradición que Jesucristo contempló todos los reinos del mundo, con el mar tranquilo detrás de la ciudad, perdiéndose en el horizonte, y el sol poniéndose por la montaña.

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Y ahora estoy aquí sentado
en un viejo Cadillac, segunda mano,
junto al Mervellé y a mis pies mi ciudad.
Y hace un momento que me ha dejado
aquí en la ladera del Tibidabo
la última rubia que vino a probar el asiento de atrás...
Y al irse la rubia me he sentido extraño, 
me he quedado solo, fumando un cigarro,
quizás he pensado, nostalgia de ti.
Y desde esta curva donde estoy parado
me he sorprendido mirando a tu barrio,
y me han atrapado luces de ciudad.

martes, 29 de noviembre de 2011

Y me falta valor para darme por vencido

Txetxu Altube, César Pop y Quique González

Quique González, omnipresente en este blog, ha alcanzado con los años una reputación privilegiada en el panorama del rock español a base de trabajo, de carretera, de tugurios inmundos y, sobre todo, de canciones únicas. Siempre en la delgada línea entre el underground y el mainstream, cuenta con una selección de fans incondicionales que le garantizan su persistencia en la música durante muchos años. Lo que antes era la tutela y el patrocinio por parte de algunos de los más grandes músicos españoles como Enrique Urquijo se ha convertido en innumerables parabienes recíprocos y recurrentes colaboraciones con los primeros espadas de la escena del rock en español: Calamaro, Ariel Rot, Bunbury, M Clan, Pereza, Pancho Varona, Fitipaldis... en definitiva, nadie duda ya que Quique González es un grande. Y como grande ha sido capaz de crear escuela. Él, que bebió de las fuentes del rock americano y de los cánones de Sabina y Serrat en la composición de sus canciones, ha conseguido desarrollar un estilo de creación y ejecución musical propio. Llevando relativamente poco en los escenarios (13 años), es ya la referencia de muchos de los nuevos grupos que intentan entrar en los iPods relucientes de las nuevas generaciones. En esta entrada quería acercarme a dos bandas y un solista que son magníficos continuadores de este estilo descubierto al mundo por Quique González, pero que aportan su propia perspectiva y un sonido característico cada uno. Todavía lidian con la autopromoción de sus discos, pero con sus canciones por bandera llaman con fuerza a las puertas de la industria discográfica, ese temible monstruo tan injusto como poderoso, capaz de despreciar a los músicos con más talento. Estos artistas mientras tanto siguen a lo suyo, ganándose a los seguidores de su música en las distancias cortas, en los bares y en el boca a oreja. Con talento, paciencia y -hay que decirlo- también con suerte, todo llega.

LOS MADISON. Madrileños, quinteto de rockeros voraces, sus canciones tienen reminiscencias de Springsteen y de John Mellencamp. Su líder, Txetxu Altube (o Txetxu-Madison, como le llama Santi Alcanda), es un carismático compositor que vuelca en sus letras una energía brutal a la vez que una elegante sensibilidad. Txetxu, por analogía, se está ganando con sus letras y su voz ser el heredero natural de Quique González. Los Madison tienen dos discos publicados, Días de Vértigo y Vendaval y un tercero a punto de ver la luz (el primero de ellos lleva varias semanas atascado y sin posibilidad de cambiarlo en mi reproductor mp3, y aseguro que me alegro de que haya sido este el disco elegido para sonar eternamente en mis viajes en Metro). Son rockeros clásicos, vintage, con canciones que recuerdan en muchos casos a la atmósfera electroacústica del Salitre48 de Quique, lo cual solo puede ser bueno. Dejo aquí el vídeo de la espectacular Si pierdo la cuenta, de Vendaval.

STEREOTIPOS. Con la misma energía que los Madison y un sonido más contundente y guitarrero, quizás pecan de una excesiva sencillez en algunas de sus letras, aunque su repertorio está lleno de temazos indiscutibles, tanto en su primer disco Stereotipos como en el segundo, 200 Buitres. Musicalmente me parecen una de las mejores bandas del momento, ya que mezclan a la perfección la intensidad de una banda de rock guitarrero con riffs y estribillos muy melódicos, con aires a Tom Petty. Por hacer alguna comparación cercana, su estilo se acercaría al de Aproximaciones de Pereza o a La Noche Americana de Quique González, pero ya se sabe que las comparaciones son odiosas. Una de mis favoritas de Stereotipos, Perdida en la universidad, fue precisamente escrita por Quique para su primer disco. Lo que más me gusta de ellos es el buen rollo que transmiten sus canciones. Que sigan así.
CÉSAR POP. Asturiano, conocido por ser el teclista de Pereza y coautor de varias de las canciones de Daiquiri Blues, César Pop publicó su primer disco (Te llames como te llames) hace apenas unas semanas, aunque varias maquetas de sus canciones ya estaban en la red. Probablemente, por lo reflejado en su disco, es el más puro continuador del estilo de Quique, cuya voz encajaría perfectamente en todas las canciones. Canciones intimistas, algunas más acústicas y sosegadas con predominio del piano que magistralmente interpreta César, algunas más enérgicas con predominio de las guitarras eléctricas. Cuenta con colaboraciones fantásticas como las de Pancho Varona y Txetxu-Madison. Un disco genial, brillante, completo, ojalá solo el primero de muchos, ya que a César Pop le sobra talento para pertenecer selecto club de los grandes músicos españoles. Sus letras, tan líricas, cargadas de símbolos y de imágenes, de frases de esas que se quedan en la memoria, se complementan perfectamente con unas composiciones que reflejan su buen gusto y su genio musical. Suyos son los versos del título y del final de esta entrada, creo que reflejan bien la lucha de estos artistas que pelean cada día por que su música llegue cada día a más gente, con sus canciones como carta de presentación, es de justicia que su mérito sea reconocido. Suerte en el camino.
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Con medio cuerpo dentro de la nube
y las piernas flotando en el vacío.
Ya nunca pasa nada, esto ya no sube
y me falta valor para darme por vencido

jueves, 27 de octubre de 2011

El rock n' roll del Madrid

Los del Barcelona tienen muchos motivos para estar contentos en las últimas temporadas, vale, pero el Real Madrid es, en fondo y forma, un equipo mucho más rockero. Lo demuestran jugadores como Xabi Alonso, Arbeloa, los ausentes pero eternos Raúl y Guti y, por encima de todos, el Pirata, Esteban Granero. Quizá algo difuminado por el estilo pastillero de los portugueses y Marcelo (tupido velo sobre la celebración del primer gol de CR7 al Málaga), estoy seguro de que el sector español del vestuario respira rock n' roll en cada entrenamiento.


Quique González, tan venerado en este blog como entre algunos de los jugadores citados, es protagonista de muchos de esos puntos de encuentro entre el madridismo y el rock. Prueba de ello es este reportaje que en su día hizo el diario As. Avería y Redención #7, disco que Quique publicó en 2007, incluía en su dedicatoria estas palabras: “un saludo para Xabi Alonso y Esteban Granero, ases del balón”. Lo curioso es que este disco se publicó cuando Xabi aún seguía en el Liverpool y Granero en el Getafe. Quizás fue la música de Quique lo que les unió en el centro del campo del Madrid, quién sabe.


Granero, además de aficionado a la buena música (eligió Born to Run de Springsteen para abrir su entrevista en RealMadridTV, como muestra de sus muchas manifestaciones de buen gusto) asiste a talleres literarios y se aventura en el mundo de la poesía. Su cuenta de twitter da fe de la sensibilidad artística y cultural que rebosa. Mucha gente especuló hace unos días sobre su salida del Madrid debido a unos tweets  que publicó en los que Alicia le preguntaba al gato Azrael por dónde había de seguir su camino en el País de las Maravillas “-Poco me preocupa dónde ir  - Entonces poco importa el camino que tomes”. Tome el camino que tome Granero va a ser el correcto, pero a muchos nos gustaría verle más minutos en el césped del Bernabéu.

Otro ilustre madridista al servicio de la música ha sido Guti, que prestó su voz al maestro Sabina en los coros de su último disco. Guti se ha ganado el afecto y la amistad de otros grandes de la música como los Pereza (con Leiva en la foto). Y muy relacionado con Guti por la amistad que les une y por ser ambos piezas importantes en el juego de ataque del Madrid de la 7ª, merece una mención especial Álvaro Benito que, tras su gravísima lesión que le apartó del fútbol, montó una banda de algo que un día pudo llegar a ser punk (hoy, desgraciadamente, son Pignoise).

¿Y el Barça qué? Todo lo que sabemos es que al ganar la pasada liga se fueron todos a celebrarlo a un concierto de Shakira, a la sazón novia de Piqué. Pena me dan. Que digan lo que quieran de tripletes, de juego de toque, de balones de oro, de cantera y de manitas, en el Real Madrid hay más rock n’ roll. 

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Piel de caramelo y dulce de manzana
cervezas sin alma y cartones de bingo.
La gente en las colas solo se pregunta
¿ganará el Madrid al Barça el domingo?
Quique González, Día de Feria

miércoles, 26 de octubre de 2011

Por qué Manel

Hace unos meses que dos amigos me enseñaron el videoclip de Aniversari, la primera canción que oía de Manel. La impresión era fuerte, nunca me había parado a escuchar atentamente una canción en catalán, y mi primer impulso fue salir corriendo. No fue por prejuicios, tampoco por rechazo al sonido de esa música, sino por la impotencia que me provocaba no entender una lengua que, con todo, me resultaba familiar (algo que con el tiempo cambiaría).


Agradezco la insistencia de esos dos amigos que durante semanas me bombardearon con todas las canciones de Manel, porque esta banda de folk tradicional pero innovador, con el formato clásico de una banda de rock se ha ganado mi respeto, mi simpatía y mi admiración hacia su música. Me suelo preguntar qué es lo que me hizo cambiar de actitud respecto a Manel. Probablemente me di cuenta de lo absurdo que resultaba rechazar canciones por el idioma en que se cantan. En España hay cuatro gatos que entiendan a Leonard Cohen o a Bob Dylan y les dan el Príncipe de Asturias. Yo tampoco entendía a Springsteen, a Queen, a los Beatles cuando empecé a escucharles, pero lo importante era la energía que me transmitían. Entonces, si escuchaba música anglosajona, ¿por qué no iba a escuchar a una banda española que canta en una lengua tan cercana al español como es el catalán?

Muchas voces críticas con los Manel recurren al argumento político para desmontar a esta banda. ¿Cómo vamos a escuchar a una banda de nacionalistas subvencionados por la Generalitat? ¿Por qué tengo que soportar un canto a la independencia que se burla del "Estado español" en el Palau de la Música Catalana? Pues bien, creo que todavía seguimos siendo libres para escuchar la música que queramos, a nadie le van a atar de pies y manos para insuflarle las malignas canciones de unos revolucionarios descendientes de Companys, asalariados de la Internacional Comunista. Hay que saber distinguir entre música "sin más" e ideas políticas. Manel pueden tener la ideología que quieran, yo no les voy a juzgar por eso a través de su música, que es lo que busco de ellos. Lo que a mi me interesa son sus canciones; me gustan, y creo que a los habitantes de la Meseta a los que les guste este grupo les debería bastar con este argumento. No voy a dejar de escuchar a Sabina y a Serrat por lo de la ceja, no voy a despreciar a Rosendo por ser asiduo en las fiestas del PCE, no voy a rechazar a Russian Red por declararse "de derechas" (quizás sí por ser un coñazo, para gustos los colores, pero que en política sea de lo que quiera).


El caso, Manel son una banda distinta a todo lo que tenemos en España, no solo por cantar en catalán (10 milles per veure una bona armadura ha sido el primer disco en catalán desde Serrat en ser número uno en ventas en España), sino por aportar un sonido tradicional y mediterráneo pero a la vez moderno y con estructuras de pop-rock a historias sencillas y muy narrativas sobre los temas clásicos. Son una especie de trovadores underground a los que te podrías encontrar tocando por la calle de tu ciudad.
Solo tienen dos discos publicados, dos joyas llamadas Els millors professors europeus y el ya citado 10 milles per veure una bona armadura (título inspirado en una frase de Mucho ruido y pocas nueces, de Shakespeare). El primero es de corte más folclórico y acústico, con historias cantadas como Pla Quinquennal, Al Mar! y la canción de amor Ai Dolors. El segundo disco, en el que introducen más efectos con sintetizadores y una instrumentación algo más eléctrica, presenta una serie de clásicos inmediatos como Boomerang, la más "indie" del disco, otra de amor como El Miquel i l'Olga Tornem, El Gran Salt y la increíble Benvolgut.
Nada más que decir sobre Manel, escuchadlos que realmente merecen la pena. Espero que no pasen tantos meses antes de volver a dar señales de vida por Billete de Vuelta, hay que dosificar pero no tanto.

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Érem tu i jo amb el món a part
i ara és el món que ens salvarà
entre les runes d'aquest salt
que érem tu i jo i ja no ho som tant

viernes, 24 de junio de 2011

Desbandado

El que escribe estas líneas cogió el blog hace unos meses con una energía excesiva que no tardó mucho tiempo en verse prácticamente reducida a ceniza. Pero siempre se puede comprar un billete de vuelta... y volver. Tras un par de meses desbandado, con la cabeza en otros sitios (y sin garantía de continuidad al menos hasta dentro de unas semanas, cuando académicamente sea verano de manera oficial) me he visto con nuevas cosas que contar, o mejor dicho que poner por escrito. Aunque los exámenes ocupan casi todo el tiempo de un estudiante en esta época, también se encuentran ratos para otras cosas.
Una de estas cosas es la música, que en el caso de Quique González no solo se escucha, también se ve y se lee. Hace unas semanas se publicaba la biografía de Quique, una recopilación de entrevistas a compañeros del gremio y al propio músico. Tuve la oportunidad de ir a la presentación del libro en la Fnac de Callao, donde lo mejor de la tarde fue la interpretación de Polvo en el aire, después de unas palabras tímidas y escuetas sobre lo poco que le gusta a Quique que le homenajeen. ¿Entonces por qué estaba allí? A partir de esa tarde me enfrasqué de lleno en la lectura del libro, actividad que fui combinando con la escucha de todos sus discos. Y, por qué no, también me puse a ver los distintos documentales que incluyen los discos de Quique. Pero todo este maniático impulso por vivir de nuevo todo lo que Quique González ha hecho en su carrera no era futo del azar, ni mucho menos, todo estaba encaminado a un nuevo episodio, desconocido hasta entonces para mi, en la música de Quique, el último concierto en Madrid de la gira Desbandados. En este formato aparece Quique solo, tal y como nacen sus canciones, con guitarra, piano, armónica y voz, y la únca compañía de su músico de confianza Jacob (Jackson, como lo llama él), al contrabajo y la guitarra. Y el concierto fue sencillamente espectacular. Tantos clásicos y tantas canciones que amenazan con convertirse en ello, una interpretación sencilla y limpia, tanto respeto de sus seguidores... Las versiones, un acierto: Downtown Train de Tom Waits, These Days de Jackson Browne, Hoy puede ser un gran día de Serrat y la tradicional Adelita, para la cual subió al escenario el gran César Pop. Junto a estas, canciones que no suelen entrar en el repertorio de Quique para conciertos eléctricos, sobre todo las más acústicas (muchas de Salitre48 y de Kamikazes).
Entre los asistentes muchos compañeros de fatigas que no querían perderse el concierto. Junto al citado César Pop estaban Santi Alcanda, el desaliñado Leiva de la Alameda y Michelle Jenner. Quique, dentro de su timidez, se mostró simpático con el público y contó anécdotas curiosas, como cuando su ingenioro de sonido Ángel Medina se quedó dormido en pleno concierto de Bob Dylan, en que QG fue telonero. Aplausos, bises, más aplausos, más bises y Día de Feria para despedirse. Sublime.
Como es natural, uno ha acabado saturado de Quique González, pero ha merecido la pena, porque por algo es el mejor músico de España en este momento. La única pega, la primera vez que vi a Quique en concierto se acordó de la reciente muerte de Billy Preston, e incluso cantó algúnas estrofas de You are so beautiful. Estando reciente la muerte del gran Clarence Clemons, mítico saxofonista de la E-Street Band de Bruce Springsteen, no habría estado mal un pequeño recuerdo (no sé si lo hizo en alguno de los conciertos anteriores). Habrá que esperar para oir a Quique cantar algunos versos de Thunder Road.

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Hoy puede ser un gran día
donde todo está por descubrir,
si lo empleas como el último
que te toca vivir


sábado, 5 de marzo de 2011

Canciones paralelas: "Te vi"

No sé si esto se acabará convirtiendo en una especie de sección dentro del blog, porque da para eso y más, pero siempre me ha parecido curioso el que dos canciones compartan título o repitan recurrentemente una misma frase. En muchos casos es intencionado, en otros es mero producto del azar. Dentro de este grupo están las canciones que repiten una frase tan simple que parece difícil que si coinciden sea a propósito, pero a uno se le mete en la cabeza y la escucha en todas partes. Es el caso del Te vi. Esta es una canción escrita por César Pop y Rubén Pozo (de Pereza), no publicada en ningún disco, y que no he conseguido oír más que en una versión en directo en YouTube. En cualquier caso, esa canción es una de esas que te persigue allá a donde vayas, que te hacen tanta gracia que no las puedes dejar de escuchar. Como explica el propio Rubén, el Te vi está escrito a partir de una columna de El País de los viernes, en la que la gente publica unas líneas sobre miradas cruzadas con desconocidos en el metro o por la calle. Rubén y César Pop de hecho mandaron la primera estrofa de la canción al periódico, y se la publicaron. El de la Alameda lo dice todo cuando habla sobre la canción: <<No es que sea muy buena, pero es un “Te vi”>>.
El segundo Te vi en realidad no se llama así, se llama Un vestido y un amor y es de Fito Páez, aunque repite las dos palabras mágicas innumerables veces a lo largo de la canción. Una vez oída esta canción los te vi empezaron a aparecer en todas las canciones que escuchaba; casi todas ya las conocía, pero todavía me sigo sorprendiendo a veces cuando descubro o me enseñan una nueva. Por decir algún otro te vi, están Todo lo demás, de Calamaro (esta canción también tendrá su propia entrada en Canciones Paralelas), con su “te vi quemar el pasaporte con rabia”; y dos de Quique González: (te vi bailar) Bajo la lluvia y Algo me aleja de ti, que en realidad no es de Quique sino de José Ignacio Lapido.
Hay muchas canciones paralelas; estas consiguieron que cada vez que oigo una canción nueva vaya a la caza de un nuevo te vi.


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Domingo, estación de metro. Final de la línea 6.
Tú camiseta y vaqueros, yo el tonto del otro andén.
Que no te de mala espina si el viernes en El País
atas cabos con tu amiga y te ves en un Te vi.

lunes, 28 de febrero de 2011

De vaqueros, reyes y redes sociales

Como todo el mundo sabe anoche se celebró en Los Ángeles la gala de los Oscars 2011. Desde que se anunciaron las películas nominadas, hace algo más de un mes, se preveía un duelo entre El discurso del Rey y La Red Social, del que Valor de Ley podía sacar tajada. Al final no ha sido así, y El discurso del Rey se ha llevado todo lo bueno (Película, Director, Actor principal y Guión original. De manera quizá algo injusta (a mi parecer) la nueva versión de los hermanos Coen de Valor de Ley se ha quedado sin nada, aún partiendo con 10 nominaciones. Al menos algún premio menor como Fotografía podía haber caído. La Red Social, finalmente se ha llevado los premios a Mejor Guión Adaptado, de Aaron Sorkin (famoso por ser el creador de El Ala Oeste de la Casa Blanca), Montaje y Banda Sonora.

La verdad es que yo no habría podido decidirme por ninguna de estas tres películas para llevarse el Oscar que premia a la mejor. Es cierto que no he podido ver todas las nominadas (¡son diez!), pero al menos sí las favoritas, junto a Origen y la genial Toy Story 3. Cada una es la mejor a su manera. Valor de Ley es igual de buena que casi todas las de los Coen, pero además tiene un toque clásico que la convierte en diferente. El discurso del Rey nos deja una interpretación para recordar por parte de Colin Firth, además de una trama histórica interesante y brillantemente adaptada al cine. Y La Red Social es sencillamente una obra maestra, lo cuál tiene un mérito añadido tratándose de la parte oscura de la biografía de un tipo repelente como el creador de Facebook.

Vamos, que ni bien ni mal. Espero poder escribir algo más sobre cada una de estas películas en los próximos días. Hasta entonces os dejo un vídeo de la gran perdedora de la noche con música de Johnny Cash.

miércoles, 23 de febrero de 2011

¡Más madera! ¡Es la guerra!

El mundo en que vivimos tiene delirios de grandeza y ataques de locura. Últimamente parece que se inclina más por lo segundo. Estamos sumidos en una crisis eterna y otra vez el planeta está a punto de explotar. Ya lo dijo alguien ayer, "¡Es la guerra!". Y en medio de este caos llegan unos chavales de la generación del 92 (también conocida como generación tuenti o ni-ni) y se tiran al pozo sin fondo de los blogs. Probablemente sea una locura, pero a través de nuestras entradas intentamos demostrar que también hay opiniones e iniciativas que salen de la gente joven. Quizá recurrir al blog no sea lo más común, pero a nosotros nos parece una buena manera de expresar ideas y de compartir puntos de vista entre nosotros mismos y con los lectores ocasionales que vayan a parar a los Blogs Paralelos. Con Modestia Aparte ya son tres los espacios que forman esta iniciativa, y pronto se va a subir algún viajero más al tren.
Hoy es 23 de febrero y, lejos de quedarnos agachados bajo el escaño, lanzamos nuestros disparos al viento en forma de entradas de blog.

lunes, 21 de febrero de 2011

Un billete a tierra de nadie

Billete de vuelta son disparos al viento, tranvías nocturnos, aviones que vuelan bajo y preciso. Es un viaje al final de la línea 6, una aproximación al jardín de los imposibles.

Con este espacio intentaré compartir opiniones y perspectivas (mías y de quien quiera aportar las suyas) sobre temas de todo tipo, aunque anticipo mayor presencia de música y cine que de cualquier otra cosa. Además me uno a mi guardaespaldas Álvaro en una iniciativa que hemos llamado "Blogs Paralelos", a través de la cual nos proponemos interactuar, criticarnos mutuamente e intercambiar ideas. De momento en Billete de Vuelta y Tierra de Nadie toreamos solos y al alimón, pero esperamos que pronto se unan más blogs a esta iniciativa.

Y respecto a los nombres, ¿por qué Billete de Vuelta? ¿Por qué Tierra de Nadie? Por dos canciones de los Beatles que hablan sobre idas y venidas la una y sobre identidad y personalidad la otra. ¿Por qué estas dos? Pues... porque sí.

Bienvenidos

Ticket to ride - Billete de Vuelta

Nowhere man - Tierra de Nadie