viernes, 9 de marzo de 2012

Esto no es Hawai


Después de ver Los Descendientes es imposible sacarse Hawai de la cabeza. Es curioso cómo los paraísos tropicales del Pacífico pueden llegar a obsesionar tanto, pero es un hecho probado. La película genial, con una grandísima interpretación de George Clooney y una trama brillantemente construida alrededor de los demonios de Matt King, padre de familia sobrevenido, abogado reputado y heredero de una importante dinastía autóctona de  la isla de Oahu, lo cual le entromete en arduos litigios sobre herencias con sus primos, descendientes todos de cierta reina indígena. A esto se suma la envolvente localización del filme en las diferentes islas del archipiélago y una gran banda sonora con melodías locales de ukelele y ritmos polinésicos.

A propósito de la banda sonora, siguiendo la recomendación de un amigo llevo varios meses escuchando intermitentemente a Israel Kamakawiwo'ole, icono de la música hawaiana, fallecido a los 38 años cuando pesaba unos 340 kilos. Estaba totalmente convencido de que las veinte o veinticinco canciones que suenan en la película eran de este juerguista obeso, profesional del ukelele y de voz grave pero dulce, y me tragué los títulos de crédito enteros para comprobarlo. Al final ninguna era de Israel K., lo cual me permite afirmar que todos los juerguistas obesos hawaianos cantan exactamente igual. La música de este tipo es realmente hipnótica, con el suave acompañamiento del ukelele y una voz simpática, a veces en inglés, a veces en el dialecto maorí de Hawai, un auténtico teletransporte a las islas. Este interés que me ha venido suscitando toda esta música me llevó a comprarme un ukelele, probablemente el instrumento más feliz del mundo, fácil de dominar y agradable de oír. Llamadme rebelde.


Y cómo no, hablar de Hawai es hablar de Lost (O Perdidos, para los nuevos), rodada al completo en Oahu (sí, la isla de la que desciende el personaje de George Clooney). Los Descendientes ha enseñado al mundo que en Hawai también hay dramas familiares. Lost enseñó que una isla es capaz de representar los más terribles males de la existencia humana. Eso y que también hay osos polares en Hawai. Con todo, no sé si por el surf, los ukeleles o los cocoteros, Hawai sigue siendo una imagen de lo que puede ser la felicidad.

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I saw you in my dreams
we were walking hand in hand
on a white sandy beach of Hawaii


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