miércoles, 31 de julio de 2013

Summertime blues


Me voy al sur, como siempre. Me voy a tierra de fandangos, plateros, carabelas, coquinas y vino del condado. Y me voy sin saber si el billete de vuelta es el que me lleva hasta allí en tren o el que me devolverá a Madrid en unas semanas. Mi equipaje las wayfarer, uno de Pla para el tren, mi viejo sombrero y la guitarra flamenca, que nunca se sabe.


Llevo varios meses sin pasarme por aquí, y que lo haga ahora no obedece a ninguna razón especial, simplemente pensé que ya era hora de desempolvar este rincón. Me pasa como a los cuadros, como cuenta Baricco en Novecento, que en un momento indeterminado del tiempo simplemente deciden desprenderse del clavo que los mantiene colgados de la pared y arrojarse al vacío, nadie sabe por qué motivo. Al principio fueron los exámenes los que impidieron escribir, y como algunos somos reincidentes en el asunto de acumular convocatorias ese período se dilató más de lo previsto. Así las cosas, me puse como objetivo sacarle lustre al blog en cuanto me dieran las vacaciones, pero llegó el momento y me di cuenta de que no sabía de qué hablar. El motivo lo desconozco, quizás no encontraba por dónde empezar, o quizás me haya dado cuenta de que existiendo en el mundo tanta gente que escribe tan bien resulte vano que yo emborrone el ciberespacio desde estas líneas. Temas de que hablar no han faltado durante mi gran silencio. Se ha ido Mourinho, que es como si se va el padre a por tabaco y no vuelve más. He visto tocar a una embaucadora Lucinda Williams y al colega Quique González (again and again), cada vez más grande. He bebido los combinados británicos transparentes de siempre y he batido más de un récord de resistencia alcohólica que no viene al caso. He leído a Jabois, mucho, a Montero Glez, el cuarto número de Jot Down (el mejor hasta ahora, para mi gusto), a Antonio Luque, a Cormac McCarthy, a Tabucchi y, entre algunos otros, a un profesor mío de economía, novelista por afición, que tuvo los cojones de firmarme "para Eduardo, un gran alumno" una semana después de suspenderme con un indecoroso 3. He empezado y a buen ritmo a ver los Soprano, empujado por los acontecimientos y con varios años de retraso, y aunque no he visto tantas películas como me habría gustado (a pesar de la insistencia de Posts desde el Subsuelo) he visto Searching for Sugar Man, que por sí sola justifica cien años. Cualquier tema de estos daría para uno o varios posts en este blog, pero la vida está para vivirla, no para escribirla.


Estamos a mitad de verano y yo me voy de la ciudad, como espero que hagan también ustedes, y si no pueden siempre  les quedarán el Summertime blues de Eddie Cochran, Todos se van de Calamaro y Marilyn Monroe en La tentación vive arriba.


El verano está para comer y beber bien, para frecuentar a las personas que merecen la pena, para escuchar en bucle Salitre48, para tirarse indecentemente en la arena a leer libros de gran tonelaje y ver pasar a las chicas en bikini parapetado tras las gafas de sol, actividades tan inseparables de esta estación como despertar de pronto de la siesta a media ascensión del Tourmalet. En definitiva, para intentar cumplir cientos de propósitos veraniegos acumulados durante el año. A mí me podrán encontrar durmiendo la resaca en las dunas de alguna playa onubense o entre las rocas de una cántabra, en alguna cuneta de la campiña cordobesa o en algún tugurio inmundo de Madrid porque, a diferencia de los que se arriman al sol que más calienta, a mí en las tabernas, así como en el fútbol y en la vida, siempre me ha gustado sentarme con la canalla.

En fin, voy cerrando la ventana que se me va el tren. Aunque últimamente no me pase mucho por aquí sé que de vez en cuando hay quien sí lo hace, razón suficiente para esbozar una sonrisa de agradecimiento. Dejo, para que nadie se queje, una playlist con las canciones que forman la banda sonora veraniega de este blog. Disfruten de lo que queda de verano y procuren ser felices.

                                           
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Te acariciaba el viento de poniente, te llevó a la arena bañada en salitre.
Te acariciaba marinero en tierra, pero esta vez no era yo.
Te conocí en Conil de la Frontera, nunca es primavera donde tú creciste.
Sigues teniendo carita de pena, pero no me mires con tus ojos tristes.
Bañada en salitre, flota en la memoria de los días grises.
Fumo en la ventana, veo tu silueta sobre el arrecife.
Algunas flores crecen en las dunas, sube la marea, se hacen invisibles.
Algunas duermen a la luz de la luna persiguiendo sueños imposibles.

Ahora tendré que salir a buscarme, alguien que me arranque de cuajo la pena.
De alguna manera tendré que olvidarte, tengo que olvidarte de alguna manera.

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