lunes, 17 de septiembre de 2012

Tan joven y tan viejo


Hace unas semanas me dio por escribir sobre los grandes jugadores que han lucido el dorsal número 14 sobre un campo de fútbol. Me faltaba uno por una cuestión puramente iconográfica, Esteban Granero, 14 de corazón, de hechura y de definición lucía el triste 11 en el Real Madrid, ya que es Xabi Alonso, el padrino del Pirata, quien velará por ese doble dígito hasta que venga un digno sucesor. Pues bien, gana el Madrí la Supercopa y Granero, harto de que desfilen ante él Oziles, Modrics y Essienes coge la puerta y se va. Con un par. Y como no puede ser de otra manera será el 14 de su nuevo equipo, el Queens Park Rangers. Y no queda ahí la cosa, resulta que el día de su debut en Loftus Road, tras empatar el QPR contra el Chelsea de otro rocker madridista como Juan Mata, aparece en el twitter de Leiva (sí, Leiva el de Leiva) esta foto:


Porque a veces, en Londres, sucede que las estrellas se alinean para formar una constelación radiante y luminosa como la que más. No eran Lennon, Richards y Clapton los que se reunieron en Picadilly, eran Granero, Leiva y Quique González los que aprovecharon la ocasión para celebrar la comunión eterna entre rock y fútbol. Ya lo dije en otra ocasión anterior, Granero es rock. Me vi tentado de escribir sobre él cuando apareció entrevistado en la portada de Jot Down, un reportaje en el que el protagonista menciona a Brahms, Kubrick, Coppola, Carver, Salinger, Kafka, Lucinda Williams, Wilco, Quique González y Leiva, por lo que no puede no puede decepcionar. Como aguanté el impulso entonces, reproduzco ahora su respuesta cuando le preguntan cuál le gustaría que fuera la última canción que oiría antes de morir: "si no tuviera escapatoria... me pondría a Quique González, una canción que no está editada todavía, estará el año que viene, él aún no tiene claro el nombre... pero no puedo decir de qué va... ¡Voy a cambiar de canción! Pondría Tan joven y tan viejo de Sabina". Ídolo, like a rolling stone. Porque él, tan joven como es, es tan viejo que no podría haber cogido otra canción, tan generacional, tan autobiográfica para los melancólicos. Incluso se permite lanzar un guiño al próximo disco del Kid. Precisamente es Sabina quien, junto a Serrat, compadrea con (genuflexión) José Tomás en la misma medida en que lo venera. Los buques insignia de una generación de cantautores rendidos al arte de un torero. Leiva y Quique, generación heredera de la de Sabina, apadrinan a otro torero como el Pirata en su dimensión artística, que no es pequeña. 
Una vez apareció Granero por el palco de Canal+ en San Isidro, y entrevistado por el futbolero-taurino Juan Carlos Sánchez se confesó como aficionado a los toros y descendiente de toreros. Pues bien, leía hace poco en el anecdotario de Rubén Amón No puede ser y además es imposible sobre un matador, virtuoso del violín, que al final se decantó por dejar la música en favor de la sangre de los toros. Se llamaba Manuel Granero. ¿Será su bisabuelo? Como soy una persona que a veces se permite creer en algunas cosas sin fundamento ninguno, voy a creer que sí, que lo es, y que parte del arte y la sensibilidad del Pirata, Juan Belmonte de la Premier y Jim Hawkins de los Rangers, se deben a que pertenece a esa casta férrea y eterna de seres sobrehumanos que son los matadores de toros. 
Triste, porque se va el más madridista de los pocos madridistas que quedaban en el Madrid. Pero contento, porque el mismo día en que José Tomás, entre poetas, premios Nobel y la crema de la cultura, firmó la mayor epopeya nunca vista en una plaza de toros, Esteban Granero salía, con el 14 en la espalda, por la puerta grande de Loftus Road, vigilado desde la grada por los poetas de su generación, de la contracultura como él, en la ciudad de la contracultura de los Stones y de los Clash.


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Así que de momento nada de adiós, muchachos
Me duermo en los entierros de mi generación
Cada noche me invento, todavía me emborracho
Tan joven y tan viejo, like a rolling stone


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