miércoles, 13 de junio de 2012

Nacido para correr

 

Muy pocos privilegiados pueden contar entre sus logros el llevar más de 40 años de gira permanente, y dentro de ese selecto grupo en el que se encuentran Bob Dylan, los Stones, AC/DC y cuatro perros viejos más, solo uno ha sabido mantener la cordura, el jefe de todos nosotros, Bruce Springsteen. Décadas de convivencia musical acaban destrozando a cualquiera y, en ocasiones, convirtiéndolo en un simple producto más del mercado. Ejemplo, difícilmente haya personas que se profesen un odio más visceral que Mick Jagger y Keith Richards, pero son conscientes de lo rentable de su unión y, aunque llevan dos décadas sin publicar un disco bueno, convierten cada concierto de los Rolling Stones en una experiencia increíble para el público, además de en una máquina de hacer caja. Una frase publicada en Jot Down lo resume a la perfección, “no se soportan, están juntos por la pasta y son unos hipócritas, como los políticos; pero a los Stones los seguimos queriendo porque, a diferencia de los políticos, sí han hecho algo por nosotros.”
Con Springsteen no pasa lo mismo. Lleva en ruta desde 1968, y vive cada concierto como si fuera el primero (o el último). Hace apenas un par de semanas tocó dos noches seguidas en Barcelona (su segunda ciudad favorita), regalando sendos conciertos de tres horas y cuarto cada uno. Y con 63 años. Cada concierto de Springsteen es un mundo de sorpresas. Lo mismo abre el concierto con Who’ll stop the rain, de la CCR, en correspondencia al chaparrón que cala al respetable hasta las entrañas (en San Sebastián este mes de mayo) que resucita versiones que lleva 30 años sin tocar (la intro de Prove it all night, en el ya mencionado de Barcelona).


El carisma de Springsteen no lo tiene ni lo ha tenido absolutamente nadie en el mundo de la música. Siendo, como es, una superestrella de primer nivel, se entrega a su público en cuerpo y alma porque se siente depositario de tanto cariño que no puede dejarlo para sus adentros. Es un albañil del rock, el superhéroe de barrio que todos los chavales quieren ser de mayores. En cada concierto suyo se produce una comunión de agradecimiento mutuo entre el espectador y el músico que se traduce en momentos de éxtasis musical y espiritual. Dudo que esto ocurra con cualquier otro músico del mundo, porque Springsteen es inmortal. Sin ser un poeta de salón (quizás sí de asfalto) captura con sus letras y melodías a gentes de cien mil raleas, haciéndoles partícipes por unos instantes de su inmortalidad.
Este domingo los madrileños tendremos ocasión de revivir emociones con el Jefe en una gira, la primera sin el Big Man, Clarence Clemons, que está siendo única por la energía de los shows y por el amplísimo repertorio que se está trabajando. El Bernabéu (80.000 personas) se abrirá para un concierto por cuarta vez, que si mis fuentes no me fallan han sido uno de U2 (con los Ramones y los Pretenders de teloneros, se dice pronto), un bochornoso “concierto” de Operación Triunfo, y otro del propio Springsteen en la gira del Magic. En este último fui testigo de una conjunción planetaria entre recinto y músico, fundiéndose en una sola las almas de los miembros de la E Street Band y las de las grandes estrellas que han deslumbrado al Santiago Bernabéu. Springsteen cantaba Thunder Road empapado del espíritu de Raúl, de Juanito, de Butragueño, de Hugo Sánchez y de tantos otros. Y como este año además hemos ganado la liga el espectáculo promete ser épico, ya que volveremos a ver en el Bernabéu un delantero centro inmortal, un músico eterno nacido para correr.

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Waste your summer praying in vain for a saviour to rise from these streets
Well I'm no hero, that's understood
All the redemption I can offer, girl, is beneath this dirty hood
With a chance to make it good somehow, hey what else can we do now?
Except roll down the window and let the wind blow back your hair
Well the night's bustin' open, these two lanes will take us anywhere
We got one more chance to make it real, to trade in these wings on some wheels
Climb in back, heaven's waiting down on the tracks

Oh oh come take my hand, riding out tonight to case the promised land
Oh oh oh oh thunder road, oh thunder road, oh thunder road


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